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La sospecha de la «diplomacia de trampa de deuda» de las inversiones chinas

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Por Eduardo Griñán,

En 2018, un think tank indio hizo saltar las alarmas en el mundo ante una nueva estrategia de China que aparentemente atentaba contra la soberanía de los Estados. El puerto de Hambantota, ubicado en Sri Lanka, había sido adquirido por una empresa china en 2017 mediante un contrato de arrendamiento de 99 años después de que el gobierno del país insular declarara que no podía hacer frente a sus préstamos. Una vez se dio a conocer el caso, esta casuística se extrapoló a otros países que habían adquirido grandes responsabilidades de pago con China, con lo que ganó notoriedad la expresión “diplomacia de trampa de deuda” para describir este fenómeno por el que el gobierno chino estaría conviniendo préstamos con otros países en desarrollo para la financiación de proyectos de infraestructura que, una vez finalizados, cuando los países atravesaran complicaciones para la devolución de la deuda, China podría apropiarse del activo, dilatando así su área de influencia. Dada la magnitud de las consecuencias que acarrearía que el gobierno chino se hubiera embarcado en dicha campaña, cabe analizar cuánto hay de cierto detrás de tales acusaciones. 

A pesar de la gran cobertura que se le dio a este fenómeno en los círculos políticos y mediáticos de todo el mundo como advertencia de lo que podría estar por venir, varios investigadores han afirmado que China no ha creado una diplomacia de trampa de deuda y que deben examinarse en mayor medida las causas de fondo de los casos reseñados para poder dar una respuesta más certera a lo que en realidad estaba sucediendo. En primer lugar, se argumenta que los líderes de varios países habrían utilizado la deuda en términos de rédito político o de una forma corrupta, impulsando así proyectos ineficientes. En el caso de Sri Lanka, las maduras relaciones bilaterales con China habían hecho que, en un contexto en el que el país estaba prácticamente aislado debido a conflictos y malas prácticas internas, encontrara en el grande asiático una vasta y rápida fuente de ingresos de la que se aprovechó, asimismo, el por entonces presidente Mahinda Rajapaksa para implementar su agenda política. La vinculación de varios proyectos de financiamiento chino a aspiraciones políticas condujo inevitablemente a una imposibilidad de cumplir con las deudas una vez que los proyectos se revelaron insolventes. 

En segundo lugar, se ofrece otra explicación señalando que el sistema de incentivos chino y la falta de experiencia del país en la estima del riesgo político habrían sido los causantes de una política de financiación de proyectos defectuosa y, en muchos casos, insostenible. Los incentivos económicos y políticos obtenidos por los agentes chinos por cada acuerdo celebrado habrían sesgado la capacidad con la que se evaluaban los riesgos connaturales a los proyectos, llevando a la toma de decisiones poco medidas. Por su parte, el carácter “embrionario” o altamente novedoso de la corriente de financiación china albergaba el problema de la inexperiencia de los actores involucrados. Tomando la base anterior, resulta importante agregar que la iniciativa china OBOR, dada su naturaleza eminentemente opaca, habría sido cómplice de resultados como el observado en Sri Lanka. Un aspecto igualmente destacable es que la mayoría de los países solicitantes de préstamos a China poseen un historial nada desdeñable de rescates del FMI, lo que evidencia que los problemas con la deuda china no son algo singular. 

Por tanto, si se analizan los hechos que han llevado a casos polémicos de desbordamiento de deuda, se puede contemplar que la responsabilidad para con tales resultados fue compartida, es decir, fue fruto de unas élites nacionales irresponsables en búsqueda de la implementación de sus intereses políticos y de las autoridades chinas que no fueron lo suficientemente diligentes como para prever los riesgos de inversión e impago. Como consecuencia, no se estima que China introdujera conscientemente una maniobra basada en el apalancamiento de deuda.

Bibliografía

  • Ferchen, M., y Perera, A. (2019). “Why Unsustainable Chinese Infrastructure Deals Are a Two-Way Street”. Carnie-Tsinghua Center for Global Policy.
  • Brautigam, D. (2019). “A critical look at Chinese ‘debt-trap diplomacy’: the rise of a meme”. Area Development and Policy, Vol. 5, No. 3, 1-14.
  • Jones, L., y Hameiri, S. (2020). “Debunking the Myth of ‘Debt-trap Diplomacy’ How Recipient Countries Shape China’s Belt and Road Initiative”. Chatham House.
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